lunes, 18 de enero de 2010

Y DAVID VENCIÓ A GOLIATH...


"...y en el campo se escucho gritar: ¿quien podrá vencer a la espada del gran Goliath?... una piedra te hará caer y "tu espada te matará...dijo David". Y así fue. Una pequeña piedra en la mas débil de las armas -una honda- en la mas débil de las manos, el casi niño David, volteó a Goliath la bestia filistea, para luego, y para su deshonra, degollarlo con su propia espada.
Esta mañana, la avenida Belgrano hervía de calor y de rabia. El inefable Martínez, ministro de salud, se aprestaba a tomar juramento a su entrante nuevo director del hospital regional. Recién concluía su faena carniceril: había descabezado todo el sistema de servicios del hospital zonal de Añatuya, echando, a instancia del vicegobernador Niccolai, a 6 médicos, jefes de servicios de cirugía, obstetricia, pediatría, clínica medica, etc., con sus respectivos auxiliares, y terminaban por exonerar a todos los jefes de servicios y director del hospital regional, y ya se aprestaba a descabezar las distintas jefaturas de servicios del hospital independencia.
Con mucho boato, blindado por infantes de la policía provincial y seguro de "hacer su voluntad y la de su jefe Gerardo Zamora", se apresta a ingresar y hacerle jurar fidelidad y patriotismo a cualquiera para director del hospital regional.
El acceso a la dirección estaba bloqueado por médicos de toda la provincia. Desde el fondo del pasillo, un entramado de voces le grita al ministro Martínez: "que se vayan... no van a asumir...", las suelas rebotan en la pulida piedra del piso enclorado y acompasan el grito encolerizado que llega desde el fondo y atrona en todo el edificio; enfermos, parientes de enfermos, pacientes ambulantes, enfermeros, mucamas, administrativos, médicos, todos perciben y participan del enjambre que conmina junto al ministro.
El ministro se vale de la seguridad que -creé- le dá la policía, intuye el tumulto, y recula. Se hace escoltar, recibe huevazos, y todo manchado de huevos y de indignación, retrocede, y se retira frustrado.
Huye, cobardemente, como la hiena ante el león. En el despacho, Gerardo Zamora no lo puede creer, siempre pensó que los médicos eran una especie de cofradía grisácea, dedicada solo a auscultar humores y síntomas de la humana corporeidad. Tiene su óptica, en especial de los médicos de la salud publica; sus amigotes y familia, le han convencido de que tratase de una caterva de ociosos burócratas becados por el estado, acomodaticios neutrales, que siempre evolucionan con la suerte de los neutrales en una sociedad castigada por la miseria y los gobiernos corruptos y autoritarios. Cree que son un clancito, que acomoda hijos y familiares, siempre detrás de la cortina, a un costado de la foto, semi ineficientes, por eso su hijo nació en la clínica suizo argentina, aún cuando los pasquines bien rentados de nuevo diario y el liberal y la cajuela boba de canal 7 haya pontificado las bondades de la salud propiciada por su gobierno.
No lo puede creer, lo cagaron a huevazos al ministro, el tirifilo miedoso que todos tenemos dentro le grita: "a vos también te van a hacer lo mismo", "te pasaste, vos y Niccolai, se creyeron que estos eran unos cagones proverbiales que se iban a retirar con la cola entre las piernas".
La paranoia invade y se hace ominosa: "te van a voltear. Al gobierno nacional lo que menos quiere son quilombos sociales, se imagina una tapa de clarín cuyo titulo alarme "gobernador k deja sin salud a su provincia", y se imagina el contenido, y también se imagina la "apretada" que le van a dar. Sabe, que el paro es por tiempo indeterminado, que las palomitas grisáceas que el se imaginaba eran los médicos públicos, habían sido halcones dignos de cualquier campo de guerra, y que Mestre cayo por la revuelta medico-sanitaria de Córdoba, y que Ernesto Guevara de la Serna, "el che", también juró la formula de Hipócrates.
Un dolor desagradable le retuerce el estomago. "pensar que los quería de rodillas se dice", y se auto compadece y se decide: "los voy a convocar al dialogo", y los hace llamar.
Intuye la derrota política e institucional y sabe. “Hay quienes tendrán que renunciar”, se dice, “a este muerto no lo cargo” y piensa: “ni los millones derrochados en prensa vana y pueril, sin medios de comunicación, como lograron armar semejante quilombo?” se pregunta. Y se sigue preguntando “¿de que carajo me sirven los dos boletines oficiales (liberal y nuevo diario) y la basura de tv por aire, que me cuestan mas de 6 millones trimestrales, si un grupo de médicos, pateándome en la calle me ha doblado el brazo y me obliga a dialogar, con quienes hasta la fecha, con el desdén y la fatua soberbia que me define, los he calificado de nadies”. Los nadies, como dice Pino, al parecer tienen dignidad, la dignidad de los nadies y a el no le queda otra que recular , como Martínez, el inefable.

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