miércoles, 14 de octubre de 2009

DISCULPE EL SEÑOR

(“Bien me quieres, bien te quiero, no me toques el dinero”- De la Canción Disculpe el Señor- JM SERRAT).-

Pensar que los vimos durante siglos, décadas, quinquenios y los seguiremos viendo. En la nota de El Liberal de hoy. Los Diputados Sandra Generoso y Marcelo Barbur. Nos sorprenden con un “proyecto de ley”. En efecto. PROHÍBEN FUMAR EN LOS ESPACIOS PUBLICOS. Luego de años de cobrar, por una parte, tal el caso de Sandra generoso, y de saltar de gobierno, intervención, gobierno, tal el caso de Barbur. Hoy “nos sorprenden” con un a ley que, hasta un niño de kinder podría haber imaginado.
Casualmente, ambos legisladores, abogada y medico, provienen de dos de las regiones mas pobres de santiago, el departamento Taboada y el Departamento Alberdi. Tierras en donde la desnutrición, el abuso policial, la injusticia institucionalizada, el trafico de bebes, la explotación obrajera, la depredación de los montes nativos, la corrupta impunidad política. Los obliga al encame político con cuanto sátrapa de turno entre al gobierno santiagueño. Ellos sin embargo. ESTAN PREOCUPADOS POR QUE LA GENTE FUME EN ESPACIOS PUBLICOS.
La dama, es esposa de uno de los iconos de la corrupción iturrista, juarista y ahora zamorista. El sire, es un medico exjuarista que luego de hacer caja con la intervención federal se sumó a zamora, dejando un municipio anclado en la quiebra salarial, ( hoy están de paro municipal).
Ambos, la dama y el caballero. Han demostrado cualidades mutativas que hubieran dejado boquiabierto al mismísimo Charles Darwin. Desde los noventa, que no paran de hacer caja. Han descubierto lo que muchos -la inmensa mayoría- políticos practican. Fingir estrabismo social (léase mirar al costado), prenderse con el sultán de turno (y robar con el), no hacerle olas a los grupos económicos (nada de pedidos de informes a los negociados con el estado, ni leyes que pretendan mejorar la salud, los salarios, la educación, combatir la pobreza, etc), y pasar, pasar, y dejar pasar, y dejar hacer, y pasar, hasta que otros Barbur y otras generosas, vengan y se reitere el ciclo universal que , a cada rato, mata gente en hospitales miserables con médicos que ganan sueldos miserables, en escuelas destruidas a las que concurren niños con el cerebro hecho mierda por la falta de proteínas, etc.etc.etc

PENSAR: UNO ES MEDICO Y DEBERIA ESTAR AL LADO DE SUS COLEGAS EN LUCHA POR UNA SALUD AL SERVICIO DE TODOS, Y LA OTRA ES ABOGADA, Y DEBERIA ESTAR AL LADO DE LOS QUE PUGNAN POR SER OIDOS EN SUS RECLAMOS DE JUSTICIA, LAVÁNDONOS DE SANGRE Y TINTA, RECUSITANDO INOCENTES, TRATANDO POR TODOS LOS MEDIOS Y CON TODAS LAS FUERZAS DE QUE NO LES ROBEN LA ESPERANZA. AL MENOS EN TEORIA, PARA ESO LES PAGAMOS.

miércoles, 7 de octubre de 2009

VIVIR EN EL INFIERNO


Monte adentro de Santiago del Estero, vivir es sólo un verbo.Los burritos son lentos, el camino es largo y en los campamentos de la picada 7 la tierra sedienta se resquebraja al paso de los animales. Un adolescente y sus hermanitos menores apuran la zorra cargada con dos tachos de 200 litros de agua enfilando monte adentro. Allí venden el preciado líquido a los agobiados hacheros que clandestinamente talan los montes para sobrevivir.Una silenciosa historia de vida protagonizada por una madre y sus 12 hijos se desarrolla a la orilla del Canal de Dios, allí donde el camino angosto es un tajo que abre las entrañas del monte hacia los confines del departamento Copo, donde la gente subsiste como puede, condicionada a la naturaleza.Jorge Rubén Sandoval es el mayor de los doce retoños, tiene 16 años y trabaja ayudado por sus dos únicos hermanos varones. -“Nueve son chancletas”-, me comenta orgullos la matrona, Lidia Ladina Domínguez, mientras refriega sus manos en un arrugado delantal de cocina otrora pintado con flores amarillas. Todos los días, a partir de las 5 de la mañana, Jorge, Abel y David atan los dos asnos a la zorra, cargan agua del Canal de Dios en los tachos y emprenden camino hacia los campamentos. Ironías del lenguaje: un canal que lleva el nombre del Creador, recorre gran parte del infierno santiagueño. Andan y desandan 21 kilómetros que, en la espesura silenciosa del jarillal, resultan una eternidad insondable.La familia Sandoval, en el mercadeo elemental que ayuda a su subsistencia, cumple un rol fundamental; casi existencial: poner un jarro de lata con agua en las rugosas manos de los que - a diario- laceran con el hacha la savia del campo.Doblados por el peso del rudimentario elemento, como pidiendo perdón a la naturaleza vuelven al trueque, tal vez desafiando al modelo económico que los devolvió al medioevo. Un jarro de agua puede valer un cuartito de yerba mate o cuatro cucharadas grandes de azúcar. Un buen precio allí, donde hasta un grano de arroz vale más que el oro del Perú.La explotación en la zona está prohibida y los controles de Gendarmería Nacional y de los guarda parques son implacables. -“A veces me hago ver a propósito, don”-, me dice a boca de jarro un lugareño que aparenta cargar sobre sus espaldas seis décadas de pobreza cuando, en realidad, sólo ha transitado cuatro de ellas. En algunas partes del mundo, los años del hombre se cuentan como los de los perros. El tiempo ignora que el bípedo más inteligente de la especie tiene derecho a tener alma. Un alma no se la niega a nadie desde que la Santa Iglesia tuvo el digno gesto de devolvérsela a cuatro o cinco indios que Colón había llevado enjaulados como retribución por los favores prestados a la reina de España.-“Es mejor estar preso, porque al menos no falta el mate cocido. Otras veces, sería mejor estar muerto, ¿sabe?”-, dice don Julián, por su porte o tal vez tan sólo Julián por su tránsito cronológico en las entrañas de Santiago. Una confesión devastadora, amenazante, como el ojo del hacha que brilla bajo el implacable sol del norte. La niñez perdida, esa que no conoce de potreros ni de yutos desafiando al infinito; aquella que vive en parajes olvidados por Papá Noel y en los que a fuerza de miseria el ratón Pérez no recoge dientes de leche, devuelve al hombre a su condición de ser humano, aquella que le pretende ser negada desde siempre. Unos pequeños y un poco de agua, hacen de la vida un milagro cotidiano y le ganan la partida al desafío de subsistir en el infierno. Allá, donde hasta el más corajudo funcionario se delata un timorato portador de promesas siempre incumplidas.

TRISTE DESTINO EN SANTIAGO


Mucho se habla por estos días, de la libertad de prensa, la libertad de expresión, la pobreza, los derechos humanos y esta bien que así sea, pero que feo, cuando eso solo queda en el discurso, cuando solo es retórica y la triste realidad golpea como si nuestro Santiago del Estero se resiste a salir de su condición de pequeño feudo, que expulsa a sus pobladores verdaderos dueños de la tierra, transformándolos en verdaderos parias de la tierra, que lo vio nacer.

Es el caso de Pablo Orellana, presidente de la central de campesinos de Los Juries, además de integrante de la mesa coordinadora del “Frente nacional campesino”, quien por llevar adelante la lucha por la tenencia de la tierra, hoy se encuentra con una orden de desalojo, decidido por la justicia santiagueña, dictaminada por el juez Darío Alarcón del juzgado de crimen de tercera nominación. Esto sucedió, sin haberle dado la mas mínima posibilidad de defensa a este santiagueño, que lucha por su tierra, y junto a su familia desea y anhela vivir, trabajar y criar a sus hijos en estos sufridos pagos, que hoy, como nunca, o solo comparado con la forestal, sufre el aniquilamiento de sus pocos recursos naturales, por el avance de este modelo agro exportador, que solo le interesa la tierra, como instrumento para saciar la voracidad de lucro y acumulación de bienes materiales, lamentablemente hay muchos Pablos y Gramajos en nuestro pago, que a pesar de sus angustias, están dispuestos a resistir y seguir en la lucha.

Fuente: http://noticiasdejuries.wordpress.com/2009/10/02/tragico-destino/