miércoles, 10 de febrero de 2010

SOY DENUNCIANTE, POLICÍA, INSTRUCTOR Y JUEZ


Esa tarde, de triste memoria, en la improvisada sede de la casa de gobierno provincial situada en el Ex-Banco Provincia, el viejo caudillo daba cátedra, según la lógica fascistoide que lo caracterizaba. Decía a los presentes: "Napoleón tenían un jefe de policía, FOUCHÉ, quien le informaba de todo lo que el quería saber, vida -publica y privada- de todos a quienes o en quienes el depositaba desconfianza".
Los espiaba, conocía sus vidas públicas por sus definiciones políticas, y sus vidas privadas por los seguimientos de sus servicios de informaciones -rentados por el estado provincial- funcionando en las mismas oficinas de la jefatura policial.
Y proseguía con su relato: "Gracias a Fouché, podía controlar y llevar adelante su gestión. Para un gobernante es fundamental la información". Proseguía, sin inmutarse ante los ojos atónitos de quienes lo escuchaban en esa tarde calurosa de la capital santiagueña.
La Cámara de Diputados no había logrado aún los acuerdos legislativos para los jueces de instrucción y eso atormentaba al caudillo, ello por la sencilla razón de que, sin juez -sin cárcel- de nada servía la información para amedrentar; Un cañón sin balas.
Urgía la designación de los jueces de instrucción. Una vez logrado ello, tendría en sus manos a la oposición y los obligaría a beber la pócima infernal: ARREGLO O CÁRCEL.
Pasó el tiempo, pero antes de pasar ese tiempo, un ingeniero dedicado a la política reflexionaba ante un abogado dedicado también a la política: NO TE CONFUNDAS, ESTOS NO ESTÁN ENFRENTADOS AL JUARISMO POR QUE DEPLORAN SUS PERVERSIDADES. LA ÚNICA CONTRADICCIÓN QUE TIENEN CON JUÁREZ, ES QUE ELLOS QUIEREN SER JUÁREZ. EL SISTEMA LES VIENE BIEN. DEPLORAN A JUÁREZ POR QUE ELLOS QUIEREN MANEJAR EL SISTEMA.
El inocente comentario fue una verdadera profecía: ALGUNOS AÑOS MAS TARDE, CAÍDO EL SISTEMA JUARISTA, SOBREVIVEN LAS PERVERSIONES DEL SISTEMA CREADO POR EL VIEJO CAUDILLO, en especial, los tortuosos mecanismos de represión y silenciamiento a los opositores y a todo aquel que se atreva a cuestionar a Gerardo Zamora.
Días pasados, y recién reingresado a la función, el humilde abogado egresado de la UCSE, hoy gobernador y no tan humilde, era informado minuciosamente de los sondeos de opinión -los últimos- que alertaban de una caída de la imagen gubernamental en mas de 30 puntos en los centros mas poblados de la provincia. La causa?: la profundización del conflicto sanitario y la coalición del reclamo de distintos sectores, sumado a una pésima negociación del vice Niccolai, también jaqueado en su propia ciudad.
La histeria domino los pasillos y se arrinconó detrás del sillón de Ibarra. De allí partió la orden: HAY QUE PARARLOS COMO SEA, PERO ¡HAY QUE PARARLOS!. Acto seguido, y previa puteada a todo el entorno de imbéciles que lo rodean, convoca a Daives, el enjuto Ministro de Justicia y otras yerbas, lo escruta. "ESTA CALIENTE" se dice. Y asiente. "NO LO CONTRADIGAS" se dice y Escucha. “QUE HAGAN DENUNCIAS POR ABANDONO DE PERSONAS, VAMOS A ARMARLES CAUSAS, Y METERLOS PRESOS SI ES NECESARIO. HAY QUE PARARLOS!!”.
Justo al frente, dos sillones medianos, entornados en madera de cedro laqueado, rememoran la vieja imagen de otro tiempo. Los sillones observan y recuerdan otros tiempos de humillación y sometimiento. Los viejos sillones rememoran las pócimas venenosas que solían tragar los que debieron soportar el encono DEL APRIETE JUDICIAL.

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