jueves, 20 de agosto de 2009

LOS NIÑOS DE SANTIAGO

Alrededor de 348 mil chicos de hasta 19 años habitan en Santiago del Estero, según estimaciones de 2009. Los chicos y adolescentes, que constituyen el 42 por ciento de la población, padecen problemáticas educativas, sanitarias y de vivienda, por debajo de la media nacional.
A diferencia de lo que ocurre en el grueso de las provincias Argentinas, en Santiago del Estero la variación poblacional infantil disminuye en cada censo. Si para 2001, las estadísticas hablaban de 367 mil niños y adolescentes, para este año la administración provincial calcula 348 mil chicos menores de 20 años. La tasa de natalidad baja sistemáticamente año a año así como aumenta la migración hacia otras jurisdicciones del país de los jóvenes. Probablemente, las deficitarias condiciones de vida expliquen en gran parte el traslado de ese grupo etario. Condiciones de vida Más de la mitad (57,4 por ciento) de los chicos menores de 18 de la capital santiagueña y la ciudad de La Banda se encontraban en situación de pobreza en 2006, último dato oficial disponible para medir esta condición entre los niños y adolescentes que residen en los principales conglomerados urbanos del país. La cifra ubica a la provincia como la cuarta con los peores indicadores. En materia de necesidades básicas insatisfechas, Santiago del Estero también presenta la misma ubicación, con el 21,8 por ciento de chicos indigentes. La tasa de desempleo entre los adultos que habitan la capital provincial y La Banda es un componente que sirve para entender el preocupante cuadro. Ese año, sólo cinco jurisdicciones superaban el 10 por ciento de desempleo, según el Indec. El conjunto ciudad de Santiago del Estero y La Banda medía 10,5 por ciento de desocupación. El Gran Rosario se ubicaba en la cima con 11,2 por ciento; seguido por la ciudad de Salta (11 por ciento); Mar del Plata-Batán (10,9) y Río Cuarto (10,4 por ciento). La media nacional era del 8,7 por ciento para el cuarto trimestre de 2006. Las condiciones de habitabilidad en Santiago del Estero tampoco son las mejores. Según el censo de 2001, el 10 por ciento de su población vivía en situación de hacinamiento crítico (más de tres personas por cuarto); el 20,6 por ciento compartía un mismo cuatro entre dos y tres personas. Además, en el 68,1 por ciento de los hogares urbanos y en el 67,8 de los rurales hay al menos un niño o adolescente (censo de 2001) cuando la media del país era para esa fecha del 52,4 por ciento y 58 por ciento, respectivamente. En 2001, 116 mil personas, sobre un total de 804 mil, tenían privaciones de recursos corrientes y de patrimonial. Ese mismo año, entre los adolescentes de 15 y 19 años, casi nueve mil (8957) sólo trabajaban y 1752 estudiaban y trabajan. A su vez, de esos diez mil chicos trabajadores, apenas 112 recibían aportes jubilatorios. Otros 34.102 pasaban sus días solamente en la escuela, como lo establece la Convención de los Derechos de los Niños, mientras que de otros 21 mil chicos reencontraban en otra situación, no precisada en el censo de 2001. Trabajo infantil Según Diego Brunet, de la Oficina del Niño y el Adolescente de la capital santiagueña, en las denuncias que recibe la institución a la línea 102 “existe una relación directa entre la deserción escolar y el trabajo infantil”. “El 5 por ciento de las denuncias que se reciben en un mes tiene que ver con el trabajo infantil”, sostuvo Brunet a un matutino local. En ese sentido, explicó que hay diferentes formas de explotación infantil: “Muchos niños trabajan en panaderías o en lavaderos en la ciudad; mientras que en el interior tiene que ver una cuestión cultural, en el que la familia entera trabaja por ejemplo en la cosecha de papa, donde el instinto de supervivencia supera a la educación”. Las zonas donde más se registran casos de trabajo infantil son, según el funcionario, “en el departamento Taboada, en la ciudad de Garza y en Lugones. Mientras que en la capital provincial, en los barrios periféricos”. Por su parte, dirigentes del sindicato de docentes de la provincia (Sutese) coinciden con la oficina del Niño y agregan que los chicos “trabajan en tareas de agricultura, pero sobre todo en este momento hay niños que son ocupados en el desmonte, en tareas pesadas como hacheros; hay chicos de 12 ó 14 años que se trasladan hasta Córdoba para desmontar”. Frente a esta coyuntura, el gobierno provincial es uno de los tres de todo el país que menos recursos fiscales dispone para distribuir en la infancia. Según un estudio de Unicef y el Ministerio de Economía, en 2006 –último dato disponible- Santiago del Estero destinaba 831 pesos anuales por niño; Misiones 784 y Salta 789, cuando las provincias cuyos Estados son más ricos pudieron invertir 3500 pesos por niño o niña. Al evaluar el porcentaje que implican esos valores del gasto público total provincial, la lectura es otra producto, por un lado, de la injusta reparticipación de los recursos de la coparticipación federal de impuestos que les toca a cada provincia y, por otro, debido al poder de decisión que tienen los mandatarios provinciales para definir en qué programas y acciones priorizarán sus fondos públicos. Así, mientras Santa Cruz y Tierra del Fuego disponían 3963 y 3504 pesos anuales por niño, respectivamente, esas sumas representaban el 24,1 por ciento y 26,9 por ciento del gasto público total de cada una de esas dos provincias, los valores más bajos a nivel nacional en ese aspecto. En cambio, Santiago del Estero con sus apenas 831 pesos por chico estaba otorgando el 32,3 por ciento de su gasto público total a atender a la niñez en riesgo. Corrientes invirtió ese año 913 pesos por niño (el promedio nacional era 1245 pesos) pero fue la jurisdicción que más importancia le dio a la infancia al destinar casi el 40 por ciento (39,4) de su gasto publico total.


(Por Rosalía Costantino)

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