lunes, 10 de agosto de 2009

CARTA PUBLICA A LA SRA. GRACIELA FERNANDEZ MEIJIDE




Por Eduardo Luis Duhalde




Le escribo esta carta pública a la madre de un detenido–desaparecido y a la integrante por muchos años del Movimiento de Derechos Humanos. Lo hago no como Secretario de Derechos Humanos de la Nación, sino como compañero de las luchas antidictatoriales. Por esta razón rompo mi norma de conducta de no polemizar entorno a un tema tan grave e inconmensurable como son las consecuencias del genocidio sufrido. La opinión pública está acostumbrada a esfuerzos por disminuir la dimensión de la tragedia argentina, normalmente en boca de epígonos del terrorismo de Estado como Mariano Grondona o Cecilia Pando. De igual modo escuchamos cada tanto voces negacionistas del Holocausto que sostienen que no fueron seis millones los judíos inmolados por el nazismo, sino un número inferior como si la aberración criminal fuera una cuestión aritmética. Distinto es su caso porque por historia usted no integra los cuadros de la barbarie. Bastaría ver el regocijo que sus declaraciones han producido en quienes justifican el obrar del terrorismo de Estado para advertir las consecuencias enormemente graves de sus dichos que parten de un error esencial: el creer que existe algún registro fehaciente de la dimensión del crimen masivo de lesa humanidad perpetrado por las Fuerzas Armadas argentinas y sus socios civiles. El único registro fehaciente de la cantidad de víctimas asesinadas, su identidad y destino final solo está en poder de los asesinos. De aquellos que mientras pregonan que su accionar fue “justo y en defensa de la patria” ocultan todo dato, sabiendo que su proceder fue abiertamente criminal. Bien sabe usted que no hay un censo nacional completo sobre el número de víctimas y que éste es irremisiblemente aproximativo. Usted como integrante de la CONADEP conoce el enorme esfuerzo que durante el lapso de los sólo ocho meses de vida de la Comisión se realizó para receptar testimonios de familiares de víctimas que accedieron a convertir en denuncia su dolor. Era el comienzo de la recuperación de la democracia, con los asesinos caminando por las calles y en libertad. Concluido el trabajo de la CONADEP y finalmente depositado el fondo documental en la entonces Subsecretaría de Derechos Humanos, algunos familiares continuaron haciendo sus denuncias aunque ya no estaba la motivación de expresarse ante la Comisión. La euforia que precedió al juicio de los ex Comandantes dio paso a la decepción más absoluta con el dictado de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y los posteriores indultos que aseguraron la impunidad de los criminales por más de 20 años. ¿Tenía acaso sentido que los familiares de los detenidos –desaparecidos que no habían hecho su denuncia ante la CONADEP concurrieran a seguir haciéndolo ante un Estado que protegía a los criminales? Cuando 20 años después las leyes de la impunidad fueron derogadas y declaradas inconstitucionales, ya era tarde. Muchos de los padres de las víctimas habían fallecido o la resignación ante lo inevitable había mermado sus fuerzas para hacer su denuncia. A ello se suma que en alguna zona del país, aún en democracia, parte de los peores represores continuaron teniendo poder: como Bussi institucionalmente en Tucumán o Benjamín Menéndez fácticamente en Córdoba, prolongando la cadena de temor. En otras provincias como Chaco, Misiones o Salta donde poblaciones campesinas fueron víctimas del terrorismo de Estado, su condición de marginados sociales no favoreció su acceso a la Justicia. Recién a partir del año 2004 con el fin de la impunidad, al amparo de las políticas públicas de Memoria, Verdad y Justicia, se incrementó el cotidiano goteo de nuevas denuncias que sigue hasta el presente. En consecuencia tomar los registros parciales de la CONADEP y los posteriores a la Secretaría de Derechos Humanos como registros totales, es tan falaz y mentiroso como reducir el número de desaparecidos a la cantidad de restos óseos localizados, que apenas superan el número de 1000. Lo dicho vale para explicar la parcialidad de la identificación lograda hasta el presente a través de las denuncias de los familiares. Tampoco ha servido la cuantificación de los familiares presentados, reclamando el beneficio de las leyes reparatorias, puesto que no todos los desaparecidos dejaron herederos forzosos y que parte de aquellos familiares rechazaron reclamar la indemnización hasta que no se supieran quienes fueron los autores del crímen y fueran condenados y los restos de su familiar fuera hallado. Lo dicho explica porque las cifras que usted utiliza son parciales y que por otra parte jamás fueron ocultados, puesto que usted las halló en la información on line del Estado argentino y obran también en la última edición del Nunca Más.Concluido este aspecto cabe adentrarse en el número de 30.000 detenidos–desaparecidos convertido en consigna permanente no sólo del Movimiento de Derechos Humanos sino de vastos sectores sociales. La cifra no es arbitraria y es el producto de diversas variables: a) La cantidad de sitios clandestinos de detención y exterminio, en todo el país, que superan el número de 500. b) Las estimaciones sobre el número de prisioneros que hubo en los grandes centros de detención y exterminios como la ESMA, Campo de Mayo, La Perla, el Batallón de Tucumán, el Circuito Camps, El Olimpo, El Atlético, etc., ya que ellos solos superan con creces el número actual registrado en la CONADEP y la Secretaría de Derechos Humanos. c) La estimación en torno al número proporcional de Habeas Corpus presentados en el país. d) El número de integrantes de las estructuras militares afectadas a la represión ilegal durante todo el periodo dictatorial que superan los 150 mil hombres, activos a la caza de sus víctimas. e) Los propios dichos de los militares previo al golpe de Estado, de que sus relevamientos efectuados con anterioridad, desde las escuelas hasta las fábricas, que indicaban en más de 30.000 las personas a eliminar (ver por ejemplo los dichos de un militar en la carta del escritor Haroldo Conti desaparecido el 5 de mayo de 1976, escrita previa al golpe y dirigida a Roberto Fernández Retamar de fecha 02 de enero de 1976). f) Los informes de la Embajada Norteamericana al Departamento de Estado, haciendo constar que en el año 1978 los jefes de la dictadura argentina informaron a la DINA chilena que las víctimas alcanzaban ya el número de 22.000. Debe recordarse que la dictadura continuó en su labor represiva ilegal de secuestros y asesinatos por cinco años más con posterioridad a ese informe y que aquella cifra de 22.000 correspondía a solo los dos primeros años de la dictadura. Todo ello hace que la cifra de 30.000 no sea ni arbitraria ni caprichosa. Aunque es lamentable reducir la dimensión de la tragedia argentina a un problema contable. El carácter masivo, criminal y abyecto no se mide por un resultado aritmético, al menos para los que creemos que cuando se asesina un hombre se está asesinando a la humanidad. No puedo dejar de referirme a sus expresiones de que contrariar la teoría de los dos demonios es un problema de “chiquitaje”. Aquella perversa teoría no iguala como pareciera la responsabilidad de la violencia popular al terrorismo estatal, sino que en la medida en que sostiene que la violencia popular fue anterior a los crímenes de Estado, en definitiva se convierte en la teoría de un solo demonio, el de los sectores populares. Así se tergiversa, se miente y se oculta la verdad histórica de que a partir del Bombardeo de la Plaza de Mayo el 16 de junio de 1955 con sus 300 muertos, con los sucesivos asaltos al Estado y la proscripción política, con los fusilamientos de junio de 1956 y la Masacre de José León Suarez, con las cárceles llenas de presos políticos, con la aplicación del Plan CONINTES, con los asesinatos de militantes populares desde Felipe Vallese en adelante hasta llegar a la Masacre de Trelew, se generó una masiva, sistemática y criminal represión al pueblo argentino que se prolongó hasta la propia génesis del asalto al poder el 24 de marzo de 1976. Por último, dice usted que los juicios a los militares no van a ninguna parte. Ello es un verdadero despropósito: la condena de las Juntas, de Camps, Menéndez, Bussi, Etchecolatz y tantos otros, no solo sirven para recuperar a la Justicia como una actividad fundante del Estado: ha servido para que la condena social al terrorismo de Estado sea irreversible y de encarnadura al “Nunca Más”. Felizmente todos los días se avanza en los centenares de causas judiciales en trámite, con aporte de nuevas pruebas. Es triste comprobar que usted pretenda ignorar todas estas circunstancias, aunque seguramente sus afirmaciones le asegurarán un buen éxito editorial para el libro que ha escrito.
La larga mano del Grupo también quiere monopolizar Internet
Clarín censura a un blog
Por Claudio Diaz
El padre celestial de la libertad de expresión, el impoluto fiscal del periodismo independiente, democrático y pluralista, o sea: el diario Clarín, vuelve una vez más a practicar la censura.
Ahora ha recurrido a la Justicia para que se le prohíba a un grupo de periodistas ejercer su oficio como editores y redactores del sitio www.quetepasaclarin.com , creado en marzo de este año.
¿Puede sorprender la reacción del multimedia que viene alertando acerca del peligro que significaría para el país, y la humanidad toda, la sanción de una nueva Ley de medios de comunicación que reemplace a la que rige desde la última dictadura?
En verdad, no.
Porque este grupo económico hizo del cinismo, el doble discurso y la hipocresía su razón de ser.
Incluso, en esta arremetida contra el derecho de expresión de 10 hombres y mujeres de prensa, va por más. A través de su bufete de abogados, pretende que el dominio creado a tales efectos, el quetepasa…, pase a ser de su exclusiva propiedad, alegando que el nombre de la marca le pertenece y que por lo tanto sólo puede ser utilizada por ellos.
El estudio que lo representa es nada menos que el de la dinastía Saénz Valiente, a su vez conectado con el despacho letrado de José Alfredo Martínez de Hoz, su hijo (del mismo nombre) y el primogénito del doctor Mariano Grondona, es decir, Marianito Florencio.
Nos preguntamos si tras esta movida para acallarnos, intentarán pedirle al Tribunal Internacional de La Haya que intervenga ante la Real Academia Española, exigiéndole que elimine de todos los diccionarios de habla castellana la palabra Clarín… pues sólo el Grupo está en condiciones de usarla. (A propósito de España: allí existe el sitio diseccionando el país, por el diario de Madrid que realiza un trabajo similar al nuestro sin censuras, más allá de que a la empresa editora no le cause ninguna gracia).
Cuando allá por marzo último escuchamos al ex presidente Néstor Kirchner referirse en términos jocosos hacia el diario (el ya popular “¿Qué te pasa Clarín…?, ¿Estás Nervioso?), junto a un grupo de jóvenes periodistas decidimos crear el dominio para impulsar un espacio de análisis y reflexión que diera cuenta de la influencia que ejerce sobre nuestra comunidad lo que denominamos como Mediocracia, esto es: el sistema mediático constituido por los grandes grupos periodísticos que monopolizan en Argentina el negocio de la información y tratan de imponer el discurso y el pensamiento de los grupos de poder.
Lo hicimos aprovechando las nuevas herramientas de comunicación que se disparan desde la tecnología de estos tiempos, porque como tantísimos compatriotas carecemos de los medios económicos para poder solventar alguno de los espacios periodísticos tradicionales, como son el diario, la radio o la televisión.
Como exponentes del pensamiento nacional nos asiste ese derecho de manifestar nuestras opiniones y así lo hicimos desde el sitio.
Todos saben, y el Grupo Clarín más que nadie, que no lanzamos un blog con fines comerciales.
No “vendemos” publicidad; no lucramos, no cobramos por escribir porque la nuestra es una tarea militante de esclarecimiento.
En fin, como miles de amigos y colegas, no hacemos de nuestro ejercicio periodístico un negocio para posicionarnos como un emporio, un grupo de poder que después impone a la clase dirigente en su conjunto condiciones para que defienda sus apetitos e intereses económicos.
De allí que nos resulte absurdo, extravagante, patético y ridículo que el Grupo pretenda que nosotros queremos valernos de su nombre para facturar…
Claro, como esa es la filosofía que lo anima, piensa que todos los demás buscamos esa misma guía para nuestra vida.
Lo que hicimos a lo largo de estos cuatro meses fue, simple y sencillamente, informar, contar lo que un medio como Clarín no cuenta; revelar sus relaciones con grupos de poder locales y extranjeros para que el pueblo sepa un poco más acerca de cómo, por qué y quién escribe la historia.
Demostramos con ejemplos concretos la manipulación informativa que lleva a cabo; la manera de instalar noticias; la vida interna en su propia redacción, cuando se obliga a los periodistas a decir lo que la empresa necesita decir.
Nunca Clarín, en todo este tiempo, nos ha pedido explicaciones acerca de la veracidad de lo que publicamos.
Y tampoco lo hace en este caso.
No, el argumento es que -usamos su marca…
¿Habrá, entonces, que pedirle a todos los medios que se abstengan de mencionar, por ejemplo, la palabra Coca Cola, cuando refieren la lucha de los compañeros trabajadores camioneros que pelean contra la multinacional para que se les reconozcan sus derechos?
En todo caso, debería ser el propio ex presidente Kirchner quien nos demande por haber utilizado una expresión de su autoría.
Porque efectivamente, como ya dijimos, el copyright del quetepasaclarin le corresponde a él.
Sabemos que el Grupo decidió recurrir a la Justicia en los primeros días de julio. No parece ser casual la fecha, pues en esos días habíamos reproducido las declaraciones del ex director del diario La Razón, José Pirillo, revelando que el CEO del grupo, Héctor Magnetto, le había confesado en su momento que los dos chicos (hoy jóvenes) adoptados por de una de las propietarias del holding, Ernestina Herrera de Noble, son hijos de un matrimonio argentino secuestrado y desaparecido en tiempos de la dictadura.
Tampoco parece ser casual que este acto de censura que ejerce Clarín se haga efectivo en los días previos a la salida de un libro que revela las relaciones del diario con sectores del gran capital mundial, y la alianza que tejió con el sector sojero agroexportador para impulsar en nuestro país el regreso a un modelo colonial, sin industrias ni movimiento obrero, con cabida para apenas 15 de los 40 millones de argentinos.
Decidimos provisoriamente “salir de la pantalla” porque la Justicia nos advirtió que, de seguir haciendo uso de nuestro dominio en Internet, se nos aplicará una multa diaria de $ 500. Como no tenemos los recursos para hacer frente a esa eventual erogación es que optamos por aceptar la orden judicial.
Se nos ocurre que si hubiera que escribir el guión de esta historia para llevarla a la pantalla, la primera imagen que aparecería -trillada y todo- sería la de un ring.
En un rincón nos vemos a nosotros mismos… Con toda la fuerza espiritual y las ganas de seguir revelando qué pasa en el lado oscuro de la luna (en el lado oscuro de Clarín).
Y eso, aunque no tengamos ni la estructura ni el poder mediático que se necesitaría para confrontar con posibilidades de éxito.
En cambio, en el otro rincón vemos la opulencia de los poderosos, su soberbia.
No hay equivalencia posible.
Estamos hablando de dos categorías morales totalmente antagónicas. Pero no nos importa, aceptamos el desafío.
Porque a nosotros nos empuja no sólo una actitud virtuosa, sino la gran fuerza moral de millones de argentinos que, cada uno en su puesto de combate, también salen a pelearla todos los días contra quienes pretenden someterlos.
Por eso nos vamos a parar en el centro del ring.
Y como ocurriera el año pasado, en medio de los aprietes de los Kirschbaum, los Roa, los Blanck y otros para no dejarnos expresar nuestras ideas y pensamientos, allí intercambiaremos golpes otra vez…
Hoy estamos nuevamente fortalecidos por el apoyo y la solidaridad de miles de blogueros compañeros y hermanos; de una fabulosa cantidad de colegas que desde sus publicaciones escritas o programas radiales de FM’s barriales están alentándonos a no abandonar la lucha; de dirigentes sociales; de estudiantes; de trabajadores de fábricas y hasta de centros de jubilados.
Del pueblo, en una palabra.
En cambio, mírenlos a ellos… Dan pena: achanchados de tanta gula, con sus arterias tapadas por la grasa del dinero que se engullen. Je…, los amantes de la libertad se convierten en violadores…
Pero en fin, la Justicia dirá cómo sigue la confrontación.
Nosotros no bajamos la guardia y de última, si el gran gurú de la prensa independiente logra imponer la censura, seguiremos en la lucha.
Y seguiremos desafiando al Grupo aunque cambiemos un poquito la pregunta: ¿Qué te pasa, Clarinete?

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